"Modificar un estado de cosas local" quiere decir, en mi libro, simplemente producir una operación que aspira a reconfigurar directamente un espacio o una institución o la relación en un grupo de personas: cosas del orden de promover asociaciones que no serían posibles sin su existencia (como en el Proyecto Venus), generar una cuasi-institución que exista en el tiempo, relativamente independizada de su contexto de advenimiento inicial (La comuna), facilitar la colección de información sobre formas posibles de protesta (las narraciones en open source). Podría haber dicho, más fácilmente, ser "útiles". Y ser "útiles" de una manera inmediata, palpable, en relación a una colectividad limitada en el tiempo y en el espacio, y a un propósito que es diferente al de realizar alguna clase de objeto con propiedades estéticas. El despliegue del trabajo útil es, al mismo tiempo, expuesto y configurado en objetos con propiedades estéticas.
Claro que algunos de los proyectos sobre los que en el libro trabajo se definen explícitamente como críticos respecto a las estructuras políticas, económicas, culturales, etc., y otros no. Me parece que aquí tengo un par de cosas para decir respecto a mi argumento. Lo que trato de definir en mi libro es un tipo de arreglo o de composición de objetos y sujetos, espacios y tiempos, en torno a la producción de narraciones y de imágenes destinadas a circular en público, arreglo diferente al que era más común en el contexto de la cultura moderna de las artes. Los artistas que se han consagrado, en los últimos años, a la invención de este formato (tomo la expresión de Pierre Huyghe) se inspiran, en ciertos aspectos, en la tradición de la vanguardia, pero en otros sentidos se apartan de ella, de una manera que sería aquí demasiado complejo de explicar (y que trato de explicar en el libro). El formato en cuestión puede movilizarse en un proyecto de puesta en cuestión, por ejemplo, de las formas sociales o económicas dominantes en el presente, o no. Por eso he tratado de hacer una descripción de sus rasgos que prescindiera de los programas políticos en relación a los cuáles se movilizara.
Una breve acotación que concierne a la evaluación política de las formas de arte del presente. Si no me equivoco, alguien que hoy esté interesado en las posibilidades de una política progresista, tiene que ver que un problema particularmente importante es el de las formas de organización: ¿cómo se generan y articulan colectividades cuando las formas modernas de solidaridad (la solidaridad de clase, o de barrio, o incluso de clase de edad) se debilitan? Dicho de otro modo, cuando las formas del partido, del movimiento, del sindicato, todo aquello que habíamos entendido, se vuelve problemático. Hay que decir que la dificultad de organizar poblaciones extremadamente heterogéneas en acciones políticas unificadas es lo que explica la dificultad que ha tenido para consolidarse y progresar, en los últimos años, lo que solía llamarse el "movimiento anti-global". La clase de laboratorio, el espacio de relativa indeterminación que ofrece el espacio (indefinido en sus bordes) del arte permite una exploración. Creo que una evaluación política de los proyectos del tipo de los que trato en el libro debiera atender primariamente a esta dimensión, que en muchos casos se despliega sin relación a una toma de posición explícita respecto a las estructuras de dominación, explotación o exclusión del presente.
Reinaldo Laddaga
entrevistado por Santiago García Navarro
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